Un baúl de los recuerdos que se cuelan como el viento, ilusiones que has sembrado al transcurrir el tiempo.
Cubierta con una colcha, como tímida armadura de la infancia sin dejar.
Con la puerta destrozada, iluminando la esquina, una esfera de luz que ahuyenta a cada sombra. Es donde todo comienza.
Entre repisas, ocultos sin desempolvar, el botín de las batallas. Libros viejos, apuntes llenos de letras, borrones sin recordar. Lecturas que gritan léeme, de pastas viejas de tanto hojear, dibujos sin expresar en lienzos de luna, con el sol de girasoles, con las sabanas de los nublados.
La memoria es testigo, pues se ha quedado esperando la respuesta de un mañana temprano de una tarde de olvido. De un hazlo con algún sentido. De un vive sin esperar.
Frente a la cama; el closet de vestimentas, un espejo alimentado con el rostro de color, con la sensualidad, el ego de los fríos que atormentan el más puro pundonor. El reflejo de las cenizas del diario caminar al despertar o detener el paso para descansar.
Señales que se transportan en pesadillas, los sueños que no existen pero que te estampan frente a la eterna realidad.
Es la habitación donde piso, sin tocar los pisos con grietas pulidas monocromáticos del silencio, donde cada palabra expresada se ha impregnado en la pared. Donde los mitos se cruzan con cada acción desmedida que nos lleva a madurar. Donde sonrisas, lágrimas de madrugada, la cefalea del insomnio que enmudece o que impulsa la felicidad.
Interrumpe el viento por la ventana que se oculta para no ser vista cuando el calor atormenta cuando el brillo de la luna grita. Estoy rodeado por vestigios, una tormenta se acerca, un petricor que camina con saudades que dominan los suspiros de un atardecer más, el aposento para soñar.
Por: WilyHache®
16 de Marzo de 2019
18:54 a.m.
México
#elpisonumero8
Cubierta con una colcha, como tímida armadura de la infancia sin dejar.
Con la puerta destrozada, iluminando la esquina, una esfera de luz que ahuyenta a cada sombra. Es donde todo comienza.
Entre repisas, ocultos sin desempolvar, el botín de las batallas. Libros viejos, apuntes llenos de letras, borrones sin recordar. Lecturas que gritan léeme, de pastas viejas de tanto hojear, dibujos sin expresar en lienzos de luna, con el sol de girasoles, con las sabanas de los nublados.
La memoria es testigo, pues se ha quedado esperando la respuesta de un mañana temprano de una tarde de olvido. De un hazlo con algún sentido. De un vive sin esperar.
Frente a la cama; el closet de vestimentas, un espejo alimentado con el rostro de color, con la sensualidad, el ego de los fríos que atormentan el más puro pundonor. El reflejo de las cenizas del diario caminar al despertar o detener el paso para descansar.
Señales que se transportan en pesadillas, los sueños que no existen pero que te estampan frente a la eterna realidad.
Es la habitación donde piso, sin tocar los pisos con grietas pulidas monocromáticos del silencio, donde cada palabra expresada se ha impregnado en la pared. Donde los mitos se cruzan con cada acción desmedida que nos lleva a madurar. Donde sonrisas, lágrimas de madrugada, la cefalea del insomnio que enmudece o que impulsa la felicidad.
Interrumpe el viento por la ventana que se oculta para no ser vista cuando el calor atormenta cuando el brillo de la luna grita. Estoy rodeado por vestigios, una tormenta se acerca, un petricor que camina con saudades que dominan los suspiros de un atardecer más, el aposento para soñar.
Por: WilyHache®
16 de Marzo de 2019
18:54 a.m.
México
#elpisonumero8
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