Aquel columpio en el parque, el árbol, la banca, un río, la casa de patio grande. Se han desvanecido ante la zozobra y la incredulidad. Porque siempre fui el primero en el postremo lugar, con escenarios entre oasis y remolinos de verdad.
Las esferas de cristal me retroceden en el tiempo una y dos mil veces más. Al ahogarme en el silencio, en cada grito, he cuestionado la señal. Retejiendo la enramada con enredaderas ufanas de veranos infinitos, de contiendas entre restas que disputan por el ser más. De seres en primera fila que denostan cada paso sin haber dado la mano, donde la hipocresía ha fungido como el actor principal.
El delirio perfecto del planeta donde habito, los estigmas en las alas que nos impiden volar. Ingrediente de la receta incompleta para sanar cada herida; la caricia de la flor, del dolor que da la espina. El detalle del nunca jamás al buscar mi alma perdida. Y sin embargo, en el amor, la amistad se mimetiza al sujetar la marioneta. Ha perecido el matiz de los hilos, deshilachando costuras que sujetaban las grietas.
La percepción es distinta en el uno contra los demás. Quién contra qué manipula cada segundo en tu vida, con la señal de sonrisas de comisuras en diferentes posturas y continúa con su marcha, dejando impregnado de alientos los alisios para cuando nos alcance el tiempo.
Con la hostilidad que corrompe y aniquila segundo a segundo, pero que puedo evitar. Hago una pausa certera de corrección sin borrar, sin lamentos que marchiten, desterrando las argucias, con el basta, sin envidias. Sin la ironía que te abraza al incluir en la mente los deseos por superar.
Emprenderé el nuevo vuelo pulverizando cada nudo que en mi coraza enraizó. Hoy, alejare a las quimeras sin remover las cenizas, atento a la débil señal del faro sepultado en la escollera, pues seré en ocasiones navío y en otras, en el extravío, un náufrago sediento frente al mar que se aferra a mantenerse erguido.
Por: Wily Hache®
25 de mayo de 2019
17:00 p.m.
México
#elpisonumero8
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