Segundos que se alargan al sentir que el alma se conecta con cada parte de tu cuerpo. Como espacio entre un cálido vibrar y el frío del viento cuando avecina una tormenta; el clímax, agitado respirar que enloquece los sentidos. Una ola que vuelca y nos arrastra al éxtasis interminable que eriza poco a poco cada rincón inexplorado.
El otoño es testigo del suceso, las hojas rompen el silencio. A que equivale la distancia cuando se revela frente a frente para coincidir en un aroma matizado de dulzura, plagado de placer que se tatúa en la piel.
El calor que recorre nuestros cuerpos, acorta la distancia entre el brillo de tus ojos y los míos. Un susurro que denota la ansiedad. Lo inefable se presenta ante los dos, los tonos de piel se mezclan en un ir y venir desmedido entre seres compatibles la expresión más radical; un solo uno que se forma entre los dos.
Un más dos conjugado de un más uno que camina de la mano resultado de un destello de miradas; la divina serendipia, que destierra lobreguez arribando luz intensa que refleja las siluetas fundidas, inmersas entre el placer de un te amo, de un te quiero, un te extraño que trasciende al infinito.
Ha dejado de existir la distancia, no hay espacios, hueco alguno. Crecen hojas primavera, las recoge nuestro otoño. Hoy convergen estaciones en profundo sueño hemos caído, al hacerlo, dos palabras un sigilo; Te amo.
Por: WilyHache ®
11 de octubre 2018
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